lunes, 10 de diciembre de 2012

EVA CASSIDY

Nunca he creído en aquello del pecado original. Más claro tengo que la culpable de aquella historia, en cualquier caso, no podía ser la mujer, Eva. Después de escucharla, además, es imposible  que ésta se apellidara Cassidy porque en la garganta de Eva Cassidy anidaban los ángeles. Su voz  dota a tu imaginación de las alas necesarias para volar a otros lugares, a otros momentos.
 
               
Da igual que sólo conservemos de ella versiones de canciones de otros artistas porque cada vez que oyes una de sus versiones es como si escucharas la canción por primera vez, como si siempre hubiera sido suya y tú, en el fondo, lo supieras.
 
 

Un pedazo de su alma se contiene en cada una de sus canciones y, quiero creer, que por repartirla, por entregarla con esa intensidad, al final su vida se agotó antes de tiempo. Un día nos fue arrancada y hoy sólo puede vivir en nuestros corazones. The Washington Post publicó que ella "podía cantar cualquier canción y conseguir que fuera la única música que importara”. Desde luego conmigo lo consigue, cuando la oigo sólo me importa la música. Su música.
 




Podría seguir escribiendo sobre ella y su vida, una biografía interesante. Descubrirías que tras esa sobrecogedora voz también hubo bellos gestos. Una actitud vital honesta y creativa impregnada de sensibilidad artística. Las personas que mejor la conocieron, sus padres, crearon una web  sobre ella y en  2013, se estrenará el documental Eva´s song, con el que aliviaremos en parte su ausencia.
 

 

Pero realmente sólo me interesa oir brotar su voz alimentada por el manantial de sensibilidad de su alma, y que me inunde su música haciéndome sentir que me canta sólo a mí. Y compartirlo con todos, anegando de belleza con su música este mundo.
 
 
 
 
 
     Su voz sin duda contiene destellos de arco iris.