No,
no se trata de ninguna noticia extraída del futuro según la cual una futura
heredera a la corona española, como guiño y demostración de la modernidad de la
institución y tras declarar su lesbianismo
y presentar públicamente a su pareja, realiza un comunicado vía twitter
informando que trasladan la corte a los Caños de Meca, donde practicarán el
nudismo, despachando de esa guisa y atendiendo sus obligaciones como Jefa de
Estado por vía telemática. Tampoco se trata de una huída de las féminas de la
Casa Real ante el comportamiento poco ejemplar de sus, cada vez, menos amados
varones.
Revisados sus escritos, tampoco corresponde a
ninguna profecía de Nostradamus de enigmática interpretación. Se trata de algo
más sencillo a la vez que sorprendente.
Cada año, la bella mariposa monarca (danaus
plexippus), con diez centímetros de envergadura de alas y un peso de un gramo, emigra
desde Cánadá y el norte de Estados Unidos hasta México huyendo de las frías
temperaturas invernales, realizando el viaje de vuelta en primavera. Su migración
constituye un verdadero espectáculo visual, además de una proeza.
Según el estudio llevado a cabo por
investigadores de la Universidad de Córdoba y de la Fundación Migres, la mariposa
monarca ha conseguido atravesar el Atlántico arrastradas por los fuertes vientos
de oeste y llegar hasta Cádiz, donde se han asentado en la franja litoral comprendida
entre Vejer de la Frontera y Jimena de la Frontera. Las temperaturas reinantes
en la zona así como otras dos translocaciones o introducciones de plantas no
autóctonas de la península ibérica (la adelfilla procedente de América Central en
el siglo XVI y desde África la mata de seda en el siglo XVIII) crean
condiciones suficientes para su supervivencia y reproducción.
Éstas náufragas del viento, constituyen un
ejemplo de la naturaleza que no puede pasar desapercibido para el ser humano.
Si un ser tan frágil consigue sobrevivir a un desplazamiento de más de 5.000 kilómetros
a merced de los vientos, ¿por qué pensar que el ser humano, dotado de
inteligencia para aprender del entorno y adaptarse a él, no será capaz de
superar las situaciones difíciles que se le han de presentar a lo largo de su
vida?. El pesimismo constituye un límite para el desarrollo de nuestras
capacidades que nosotros mismos nos imponemos. Como seres inteligentes con
nuestra actitud debemos de orientar nuestras aptitudes hacia la superación de
los obstáculos que nos encontremos y no hacia la frustración de nuestras
expectativas. En la vida no todo depende de nosotros, sólo nos queda creer en
nosotros mismos. Basta hacer como las mariposas monarca, ser bellos (en nuestro
caso por dentro), no desfallecer y, a veces, dejarse llevar.
Paradójicamente, merced a un vuelo de varios
miles de kilómetros, otro monarca, mata en un país africano a un elefante y,
según información oficial se cae y se fractura la cadera (al monarca me
refiero, porque del elefante nadie se preocupó mucho). Pero, ¿y si las monarcas
mariposas hubieran desviado su vuelo hacia ese país africano y este otro
monarca se hubiera quedado aquí?, seguramente dicha persona no se habría roto
la cadera, nos habríamos ahorrado el bochornoso y poco ejemplar espectáculo en
los momentos de crisis en los que estamos y, lo más importante, el elefante
seguiría vivo.
Con esto pues, en los tiempos de grandes
razonamientos en que vivimos, quedaría oficialmente demostrado como el uso del vuelo a motor perjudica a la
supervivencia de los elefantes mientras que el vuelo natural de las monarcas
favorece fundamentalmente el disfrute de nuestros sentidos.
De todo lo expuesto deducimos que,
puestos a que haya monarquía, mejor que sea la de las mariposas, que al menos
son bonitas y se saben comportar, y que igual sería conveniente que nuestra monarquía
aprendiera a volar de forma natural, sin propulsión mecánica, por si tiene que
acabar migrando, no ya por lo feos que son, sino por sus poco ejemplares
comportamientos.
Aprendamos todos de las mariposas.