domingo, 25 de marzo de 2012

UNA TARDE DE CINE


Pasear por Sevilla, almorzar en ella, tomar café con tarta en un velador a escasa distancia de las columnas romanas, que tantas vidas han visto pasar, de la Alameda de Hércules y ver una película con la mejor compañía. Buenos ingredientes para vivir una tarde "de cine".
     Junto al cine hay un solar vacío (¿la tele?). El solar está tapiado. En la valla, pintados, el rostro de Audrey Hepburn, John Wayne y otras estrellas del cine clásico. El muro tiene una pequeña puerta camuflada. Delante del muro transcurre la vida, detrás de él un vacío, la nada. A pocos metros, en otro muro, proyectan hoy vidas que llenan vidas. “The Artist”. La sala está casi vacía (siete personas en el momento de mayor aforo) pero aunque estuviese llena, esta bellísima película posee la capacidad de conseguir que el espectador se abstraiga de cuanto le rodea y sea trasladado a un mundo fascinante.



Usando como escenario el momento en el que aparece el cine sonoro y de qué forma afecta su nacimiento al cine mudo, la película narra cómo ese cambio influye en la vida de dos personas. Hoy vivimos otro cambio importante en el mundo del cine. El cine ha pasado de ser un evento social a convertirse en un fenómeno que transcurre esencialmente, merced al avance de la tecnología, en el ámbito doméstico. No obstante, existen películas cuya historia y formato hacen aconsejable vivirlas en un cine y no en el propio hogar. “The Artist” es una película que debe ser vista en cine como homenaje a este modo de expresión cultural que tanto ha aportado a la vida de tantas personas. Verla en cine es un ejercicio de coherencia con la historia que narra la película y, en tanto que es una película distinta (muda, en blanco y negro, positiva, …), una forma de retribuir, de agradecer lo que es diferente a lo imperante. ¿Por qué lo nuevo (3D, infografía, etcétera) ha de ser mejor que lo antiguo (cine mudo, fotografía en blanco y negro)?. Cada historia necesita un vehículo adecuado para su expresión. “The Artist”, por coherencia, debe ser filmada y vista así.



                La película es muy bella y entrañable. Consigue de una forma natural que el espectador disfrute de ella en su formato y no eche de menos ni el color ni los dialógos sonoros. Los actores hacen un magnífico trabajo y expresan claramente unos sentimientos y sensaciones que el director nos hace llegar a la perfección. Además es una película llena de detalles, metáforas imágenes, referencias y  momentos sublimes (como la pesadilla del protagonista, por ejemplo). No sobra ni falta nada. Esta película es un homenaje no ya al cine, sino a la vida. Sales de ella pleno y agradecido.


Ahora bien, ¿cuántas películas hay en una película?.
 Al abandonar la sala de proyección, una mujer joven, rubia y atractiva me sonríe de un modo especial. Esa sonrisa esconde una historia. De pronto, mediante flashes, voy asociando distintos sucesos y se va recomponiendo la historia de esa sonrisa en mi cabeza. Antes de comenzar la proyección,  esa mujer joven entra sola en la sala. En ese momento en la sala hay dos personas. Se sienta detrás de mí, justo donde no puede ser vista por nadie. Con la película empezada entra un hombre de mediana edad. De entre todas las butacas disponibles, elije una en la misma fila que la mujer de la sonrisa y se sienta bastante cerca de ella, aunque el comportamiento de ambos no invita a pensar que vengan juntos. En un momento de la película el hombre comienza a emitir una serie de sonidos que, en su momento, relaciono con un estado de somnolencia bastante apropiado para la hora del pase (las cuatro de la tarde). Más adelante, la mujer, con acento del norte de Europa, manda a callar con tono imperativo al hombre de mediana edad (¡Por favor, no haga ruido!) en lo que interpreté en su momento como un acto cívico heroico en defensa de la cultura. Al rato noto como si el pie de ella diera contra mi respaldo, pero lejos de dar una sola vez, son varias repetidas rítmicamente. Esto hace que me incomode y de hecho pienso “¡Joder como se mueve esta tía!, ni que estuviera follando”. Ante la molestia que me produce, decido moverme en mi asiento y, casi inmediatamente, los golpes en el respaldo de mi butaca cesan. Al poco, sin terminar la película, el hombre abandona la sala (apuesto a que iba sonriendo). Terminada la película, fuera de la sala, me detengo antes de salir del cine y me vuelvo un momento. Me encuentro de frente con la mujer y con la sonrisa especial, una  sonrisa que habita desde hace mucho tiempo La Alameda. Todos habíamos pasado nuestra tarde "de cine", sólo espero que a todos los que estuvieron en la sala les guste tanto su propia película como a mí me gusta la mía y como me gustó “The Artist”.


lunes, 19 de marzo de 2012

LOS FOTÓFAGOS

            No me refiero a ningún tipo de microorganismo que se alimente de luz, que quizás sea uno de los alimentos del alma, sino a un tipo de ser humano que parece alimentarse de fotografías demostrando con su práctica un apetito voraz. Tradicionalmente los japoneses han sido los mayores fotófagos del género humano y son realmente los que más mérito tienen puesto que ya eran fotófagos cuando la fotografía era analógica y no digital.  Sin embargo, esta práctica nos ha ido colonizando a la par que la cámaras niponas inundaban nuestro mercado y se hacían más accesibles para nuestros bolsillos.



 El auge de la fotofagia está íntimamente ligado al  de la fotografía digital. Esta técnica permite darle al botón de forma compulsiva al objeto de recoger el más mínimo detalle o bien realizar un reportaje completo del evento desde todos los ángulos y segundo a segundo. Con la fotografía analógica uno estaba limitado por el número de fotografías del carrete  así como por el precio del revelado. Esto le hacía a uno pensar bien la fotografía a realizar y permitía compatibilizar esta actividad con la percepción completa del momento. Pero esto a los japoneses parecía no limitarles. Claro está que nosotros solo veíamos a unos pocos de japoneses, concretamente aquellos que podían costearse un viaje de más de diez mil kilómetros cuando no existían líneas de vuelo de bajo coste. Por otra parte, cuando uno hace un viaje tan largo seguro que llega a un lugar muy diferente que el de origen y que todo a uno le sorprenda y pretenda retratarlo. Pero bueno, no vamos a quitarle a los japoneses el inmenso honor de ser los primeros seres fotófagos pluricelulares.



Los fotófagos se caracterizan por vivir la vida a través de un objetivo, el de la cámara, sin más objetivo que el que su cámara capte toda la realidad. Así pues, como hábito, pasan de intentar sentir un momento a retratarlo, de vivirlo a captarlo. Supongo que posteriormente cuando revisan los centenares de fotografías que caen como promedio  por cada evento, intentarán reconstruir la historia del mismo. Lo que dudo es que sean capaces de reconstruir, de vivir, las sensaciones del momento en el que se produjo la fotografía. Creo que eso sólo lograrán hacerlo unos pocos. Así pues, hagan  ustedes fotografías, pero vivan también el momento a través de sus propios sentidos.

sábado, 10 de marzo de 2012

VERSIONES JAZZ DE CANCIONES POPULARES

    El jazz es música clásica con swing. Nace en los Estados Unidos a finales del siglo XIX y es el resultado de la mezcla de distintas culturas musicales, fundamentalmente la negra y la europea. El jazz no es una sola música, sino que comprende una gran variedad de géneros (swing, bebop, cool jazz, new age, etc.). Entre tanta variedad de géneros y tantos grupos y solistas seguro que encontramos alguno que sea de nuestro agrado, por tanto, hay que quitarse todo tipo de prejuicios sobre esta música y dejarse llevar por la curiosidad hasta encontrar aquella que se ajusta a nuestros gustos, sensibilidad y estado de ánimo.
  
   Por otra parte, en tanto que el jazz es resultado de mezclas, es una música dinámica, abierta a todo tipo de influencias y géneros. Como ejemplo de esto, a continuación algunas versiones de canciones conocidas con el fin de despertar la curiosidad por el jazz para aquellos que se muestran todavía  remisos a acercarse a esta música.

  Para empezar el Seven Nation Army de The White Stripes en versión swing por Music For The Kitchen:



  Ahora, para volver a la tranquilidad, el famoso Creep de Radiohead en versión jazz:



   Para los más nostálgicos y por rizar el rizo, hasta los mismos Bee Gees (con esas voces de canario flauta) pueden ser versionados. El acaramelado How Deep Is Your Love por un buen grupo, The Bad Plus, con un video muy curioso.





  Y por último, para los más rockeros, que quede claro que hasta los mismísimos Rage Against the Machine son carne de jazz, ahí va el Killing In The Name  que suena muy bien con The Andy Lim Trio.



   Por cierto, esta última canción también tiene una versión jazz instrumental por The Apples que está pero que muy bien. Así que a buscarla.

  Y todo esto sin recurrir al genial Jamie Cullum. ¿Quién dice ahora que no le gusta el jazz?









viernes, 9 de marzo de 2012

LAS SABIAS DE LA TRIBU

  Hay dos circunstancias cuyo valor, desgraciadamente, no es suficientemente reconocido hoy en día en nuestra sociedad: ser mayor y ser mujer.
 
  En cuanto a ser mayor, en la sociedad occidental, la juventud,  lo nuevo, es mejor valorado que la vejez y lo viejo. Quizás, inconscientemente, parte de esa actitud de "eterna" inmadurez vital se deba, en el fondo, al miedo a la muerte inserto en el ser humano. En nuestra cultura, a diferencia de otras muchas, la muerte no es percibida como un fenómeno tan natural como la propia vida e integrante del mismo proceso. El mismo fenómeno se observa con los conceptos salud y enfermedad. Huímos de la enfermedad y la vejez, por asociarlo con los estados más próximos a la muerte. Una sociedad que pretende un modo de vida y apariencia adolescente, que elude la responsabilidad y se aferra al hedonismo, es una sociedad artificial, en tanto que intenta obviar los procesos naturales.  Al mismo tiempo, en una sociedad estructurada así, se da una pérdida del patrimonio vital incalculable que poseen las personas que más han vivido al no producirse la transmisión de sus experiencias vitales a las generaciones más jóvenes. Al hilo de esto recomiendo cómo lecturas: El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, para mí una obra maestra y, desde una perspectiva cercana a nosotros, podemos acudir a los libros escritos por Salvador Pániker (Cuaderno Amarillo, Asimetrías, ...), un sabio y filósofo español vivo que es un gran desconocido para el público general.




  Respecto a ser mujer, hemos avanzado mucho en cuanto a conseguir una igualdad de derechos y oportunidades, pero todavía queda un largo trecho por andar hacia una situación social justa en este aspecto. No hemos de olvidar dos hechos que a pesar de ser evidentes, son obviados a veces en muchas culturas: por un lado, todos nacemos de una mujer y, por otro, hombres y mujeres somos seres humanos y, por tanto, merecedores de iguales derechos.

  El documental que se emite en La 2, de TVE, con el acertado título "Las sabias de la tribu" muestra el inmenso valor que tiene ser mujer y ser mayor. Un documental cuyo visionado debería ser obligatorio en nuestras escuelas, para derribar muchos prejuicios y que, incluso a nosotros, nos hará redescubrir que el concepto de riqueza no debe estar ligado tanto a lo económico como a lo humano. Las personas que intervienen nos muestran su riqueza humana y su sabiduría vital y son tan generosas que lo comparten con nosotros. Veámoslo, aprendamos e incorporémoslo a nuestro día a día.

  Ahí os dejo el enlace, os aseguro que no es tiempo perdido:


viernes, 2 de marzo de 2012

UN FUTURO MEJOR ES POSIBLE

     En la teoría clásica económica tres son los factores de producción: tierra, capital y trabajo. Durante muchos años las economías fueron básicamente agrícolas en ellas el factor estratégico era la tierra, de ahí que los poderosos fueran los terratenientes. Posteriormente, con la Revolución Industrial se produce una transformación de sociedades predominantemente agrícolas hacia sociedades industriales en las que el factor de producción determinante es el capital. Actualmente vivimos una era de revolución tecnológica, no menos importante que la industrial, en la que el factor esencial será el trabajo cualificado o talento (empresas como Google, Microsoft o Facebook requirieron para su puesta en marcha muy poco capital pero si mucho talento). Para que España pueda salir de esta crisis mejor posicionada cara al futuro debe de transformar su modelo productivo. Un modelo español basado en salarios bajos no es competitivo en un marco de globalización económica. Sencillamente los bienes españoles así producidos no son competitivos respecto a los procedentes  del sudeste asiático, por ejemplo. Por tanto, hay que crear el marco para incentivar la aparición y producción de ese talento, mediante acciones que supongan una retribución económica y social adecuada de ese talento.

Aplicando esa fórmula conseguiríamos, sin duda, una mejora del posicionamiento de nuestra economía en el contexto global, pero esto, a día de hoy, se antoja insuficiente. Cada día nos despertamos con varias noticias de índole económico, político o social que no contribuyen precisamente a nuestra felicidad. De un tiempo a esta parte, un sector cada vez más grande de la sociedad de determinados países se sienten cada vez mas infelices como consecuencia, fundamentalmente, del sistema económico actual. Un sistema que establece como una de sus bases lo que Clive Hamilton denominó el modo de vida esclavo, que es aquel que nos vende que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos y, sobre todo, cuanto más bienes acertemos a consumir, fundamentalmente si esos bienes se relacionan con un determinado estatus. Durante una época aquellos bienes que nos vendían como pertenecientes al estatus de mayor prestigio social y por tanto como una de las fuentes más completas de felicidad puesto que su posesión nos hacían parecer a ojos de los demás como unos triunfadores, han estado más al alcance de nosotros que nunca, ya que si no teníamos dinero para adquirirlo, el sistema facilitaba el crédito para su consecución. El problema es que esta vorágine nunca acababa, al poco aparecía otro producto que era el que realmente nos iba a hacer felices (obsolescencia económica programada). En un momento como el actual, en el que el poder adquisitivo de la mayor parte de la población española ha disminuido seriamente, la infelicidad y la frustración se incrementa notablemente al no disponer de medios para satisfacer esas necesidades creadas de forma tan burda. Más aun si tenemos en cuenta que muchas personas lo pasan realmente mal para poder cubrir sus necesidades más básicas. El sistema económico actual va en contra de la dignidad humana, que es un valor supremo. No digo esto sólo porque nos afecte ahora a nosotros. Al mismo tiempo el sistema produce la explotación laboral en determinados países emergentes, en cuya población irá creando a su vez necesidades artificiales que les lleven a asumir ese modo de vida esclavo completamente antinatural e innecesario. Además, mientras produce excedentes que son tirados a la basura en el mal llamado primer mundo, el sistema convive descaradamente y con una crueldad teñida de insensibilidad, con la miseria, el hambre y la muerte como paisaje habitual en los países del también mal llamado tercer mundo.
Existen culturas enteras cuyo objetivo principal no es el beneficio económico o apoderarse de las riquezas naturales, destruirlas o estropearlas, sino todo lo contrario, armonizarse con ellas. Puestos en el peor de los casos, que dichas sociedades fueran igual de infelices que aquellas que se rigen por el sistema capitalista actual (que no es así), al menos su postura es más inteligente, responsable y comprometida con el planeta y las generaciones venideras. Por tanto, se hace necesaria una detención del crecimiento en los términos que entendemos hoy mismo (crecimiento caníbal) así como una redistribución real de la riqueza. El objetivo de una sociedad no ha de ser el crecimiento, sino el progreso, entendido este no exclusivamente desde un punto de vista económico sino desde un punto de vista humanista. Si observamos bien el problema no afecta sólo a la economía, ni siquiera los sistemas políticos que se dan en la faz de la tierra están a la altura de las necesidades de los pueblos que los soportan. No hablo ya de las dictaduras (ya sean paternalistas u opresoras) es que ni siquiera las democracias representativas, que se han convertido en el mejor de los casos en unas oligarquías que disponen de unos medios de influencia para imponer su voluntad y de unos kafkianos mecanismos de control. Pero no seamos maniqueos, es demasiado simple y falaz generalizar y pensar que los políticos o los dirigentes son los malos y el pueblo los buenos. En realidad, todos los grupos sociales actúan como vasos comunicantes. Los políticos, los dirigentes y los banqueros salen de la misma sociedad, luego el problema realmente es un problema de valores de esa sociedad.
 Hay otras formas de desarrollo, el desarrollo de las personalidades, el pleno desarrollo de las potencialidades humanísticas, ser más humano, más persona. Decía Heidegger que el hombre olvida el ser para consagrarse al dominio de los entes, de las cosas. Por otra parte, Ernst Jünger decía que es dentro del ser humano donde es menester que se desarrolle un nuevo fruto, no en los sistemas. Pues bien, cuanto más nos ocupemos de nuestro ser y de lo que es realmente importante para nuestra existencia, antes desarrollaremos ese nuevo fruto que nos hará regirnos con unos sistemas más humanitarios y que producirán en nosotros un mayor grado de felicidad que los sistemas actuales.